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Por qué las listening parties molan

Muchos artistas apuestan por este formato para presentar su obra al público: un evento con el que construir una experiencia y crear comunidad

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Olga Llorente
30.06.2025

Hoy tienes un evento especial. Te preparas y te pones tu outfit ideal — si es azul, mejor —. Llegas, te sientas, y a disfrutar. Vas a descubrir un universo, el de tu artista favorita, llevado a la realidad. Escucharás por primera vez las canciones de su nuevo disco. Pero no lo harás solo, sino con otras 15 mil personas que vibrarán, reirán y se emocionarán contigo. Esto es lo que vivieron quienes asistieron a la listening party de Aitana para presentar su último disco, Cuarto azul

No se trata de un concierto, sino de un espacio en el que el universo del disco cobra realidad. Una herramienta de promoción musical en una industria que funciona como un puzzle con muchas piezas que tienen que encajar para que un producto funcione. Ahora, los artistas deben ser capaces de combinar creatividad, autenticidad y experiencia. 

Me cuenta Marta Salicrú, directora de Radio Primavera Sound, que ahora el artista debe asumir un montón de roles más allá de la creación musical, aunque muchos de ellos no formen parte de «su naturaleza», como la creación de contenido para redes. «La dimensión del artista va más allá de las canciones, incluye la presencia audiovisual también», me dice. 

Otra mirada sobre el artista

Una listening party es un encuentro exclusivo en el que un artista presenta su disco antes de un lanzamiento y comparte esa experiencia con sus fans. El objetivo es conocer de primera mano la reacción del público a la música, al mismo tiempo que se presentan los detalles del proceso creativo que hay detrás de un disco. Es una especie de ritual moderno en el que conectas con un público que deja de ser audiencia para convertirse en comunidad.

Este formato, que ya era común en otros lugares como Estados Unidos, ha crecido en nuestro país, y Aitana se ha encargado de colocar la primera gran piedra. Destaca el caso de Tim Burgess, el vocalista de The Charlatans, que lanzó una listening party virtual en plena pandemia. Aunque ya habíamos podido ver ejemplos similares como la reunión que hizo Taylor Swift en 2014 con fans en su propia casa para que le dieran feedback sobre novedades que iba a lanzar. Está claro que ella ya sabía que llegar a la gente pasa por ofrecerles mucho más que música.

Marta me cuenta que ella ya estuvo en una listening party en 2008, de Daft Punk, y que fue algo enorme. Pero que ahora nota que le están invitando cada vez artistas más pequeños, que buscan crear comunidad y tener una ventana para generar contenido y darse a conocer. Un ejemplo de ello es el artista Mvrk, que organizó una «fiesta underground» hace unas semanas para presentar su disco, y que ya ha conseguido hacerse viral en TikTok con uno de sus temas. 

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¿Qué tiene un evento así que nos gusta tanto? La posibilidad de descubrir a un artista desde un nuevo punto de vista, y de conocer todo lo que hay detrás de su obra. Y también mola esa sensación de ser especial por escuchar un disco antes que nadie. Podemos situar el boom de lo experiencial en la pandemia: un punto de inflexión en el que los conciertos se pararon y hubo que explorar nuevos formatos. Desde entonces, tenemos ganas de vivir momentos efímeros y únicos, y si son colectivos, mejor.

«Estamos inmersas en esta cultura del evento, precisamente también como contrapartida al tiempo que pasamos online», me confiesa Marta. Para ella, esta ‘cultura del evento’ nos permite salir de lo virtual y entrar en lo físico, a la vez que registramos esa experiencia y la convertimos en contenido: el gancho perfecto para redes sociales. 

«Yo también quiero estar ahí»

Vender experiencias sale muy rentable. Antes, cuando un artista sacaba disco, primero iba la promoción y después el show. Pero ¿qué ocurre si lo invertimos e integramos el show en la promoción? El resultado es un producto que conecta con el público, que se recuerda y se siente, y que va más allá de un evento. Lo importante termina siendo el contenido que se genera en él, que prolonga su vida días y días después de que se celebre, y que se cuela en nuestras conversaciones. Stories, TikToks y reels que seguro han aparecido en tu feed estas semanas, y que puede que te hayan hecho descubrir que la artista — en este caso Aitana —, estrenaba disco. 

¿Qué sientes al ver ese contenido? Probablemente FOMO por no haber estado allí, incluso si no conoces a quien presentaba el disco. Y eso es algo que los artistas, o el equipo que tienen detrás, conocen muy bien. Saben que si transmiten esa urgencia, exclusividad y pertenencia crearán en ti el deseo de formar parte de la comunidad. Y si encima viene Javi de Hoyos y te cuenta algún cotilleo de la fiesta, como en la listening party de Saiko, la estrategia está servida. 

Quienes asisten a la listening party, y más si son creadores de contenido, se convierten en un recurso esencial para la campaña: no solo consumen, sino que promueven y cocrean. Ese es precisamente el marketing más eficaz, el que llega al usuario de forma orgánica y natural, cercana. «En un momento con niveles insostenibles de creación musical, [una listening party] es una manera también de que el lanzamiento sea algo más más perdurable», me añade Marta.

El arte de contar

Con todo sobre la mesa, queda preguntarnos hacia dónde irá la promoción musical. Para Marta, veremos cómo todos los artistas, incluso los más pequeños, apuestan por las estrategias de recompensa como los meet and greed o los niveles de entradas para obtener mayor o menor proximidad con los artistas. Ah, y que los artistas seguirán siendo mujeres y hombres orquesta.

Además, podemos ver ya que el branding pasa ahora por la experiencia y que los artistas, como cualquier otra marca, no buscan solo visibilidad, sino contenido emocional y narrativo. Ahora la promoción va más allá de las canciones, y pretende vender todo un universo o un concepto, tan potente como el de Debí tirar más fotos, de Bad Bunny. 

También saben los cantantes que la persona detrás del artista es marca, y que es algo que si explotan les puede salir muy bien. Abrirse al público hace que sea más sencillo conectar con él, y que el producto se reciba mejor. Es algo que podemos observar en lanzamientos recientes como los documentales de Aitana, Metamorfosis, o Karol G, Mañana fue muy bonito.

Y otra de las llaves del éxito es el storytelling, la capacidad de contar. Porque al final, lo que nos hace sentirnos identificados con un artista es su historia, la emotividad, lo que rodea a cada pieza musical. Las listening parties son, sin duda, uno de los mejores lugares donde exponerlo. Así que sí, son eventos que ya molan y que, sin duda, lo seguirán haciendo. 

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